Las gotas de lluvia caen como una caricia
cerca de las ventanas; de la tuya, de la mía...
¡Qué frustrante es pensar que podrían tocarte,
mientras yo estoy aqui recluída!
Aún me tranquilizo al recordar que,
aunque no tienen ojos, sabrían reflejarte,
hasta mí llevarte,
para encontrar tu mirada perdida.
Y esas gotas...
Y tus palabras, transportadas por ellas...
Tan gráciles que hasta mi alma llegan
como un suspiro de viento y primavera,
tan suave que nadie lo recuerda.